Puede que muchas y muchos conozcáis la película Farenheit 451, llevada al cine por el cineasta francés Truffaut. Lo que a lo mejor no es tan conocido es el autor de la narración original: Ray Bradbury, quien escribió una de las mejores novelas distópicas del último siglo. Un mundo feliz, 1984 o La Naranja Mecánica son algunos de los títulos que también han dado vida a futuras sociedades apocalípticas. En el terreno del cine, cabe destacar la película Alphaville, de Godard, en la que nadie puede llorar ni plantear la idea de libertad y se prohiben palabras como por qué. Muchas de estas narraciones coinciden, aunque hay que atribuir a Farenheit 451 la originalidad de atribuir a un gobierno el poder de quemar libros para controlar a la población. Para animaros a leer esta magnífica y crítica novela os dejamos con un fragmento que, a nuestro juicio, tiene mucho que ver con nuestra sociedad de hoy en día (y lo decimos aterrorizados).
Ella no quería saber cómo se hacían las cosas, sino por qué. Esto puede resultar muy embarazoso. Se pregunta el porqué de una serie de cosas y se termina sintiéndose muy desdichado. (...) Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para preocuparle; enséñale sólo uno. O, mejor aún, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa llamada guerra. (...) Tranquilidad, Montag. Dale a la gente concursos que puedan ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales de Estado o cuánto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos “hechos” que se sientas abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esta naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos.
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BRADBURY, Ray. Fahrenheit 451. Barcelona: Debolsillo, 2007.
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